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Amador Palacios![]() A partir de ahí y tras una breve lección sobre el postismo que impartió en Santa Clara, abrimos un nuevo cauce de trato y diálogo que se ha mantenido hasta la actualidad. Siempre que puedo asisto a sus invitaciones y presentaciones y me gusta leer su producción así como sus críticas de hondo conocimiento del lenguaje. Además lo considero una persona afable, crítica y sensible dispuesta a descubrirte siempre nuevos filones creativos. CUANDO TODAS LAS HORAS SE RESUMEN Cuando todas las horas se resumen en una sola hora, el alma vuela por la quejumbre de las calles. Y al superar esa hora mortecina y en la cual sin embargo todo inflama a lo más inminente, el alma entra en la sombra del vino desahumado que se bebe, en seguida de haber llorado ante un espejo, bajo esa arcada que da sed. (De su libro “Enemigo admirable”) POEMA Hay días, inscritos en los del destierro, tardes que se prometen como un fin. Esos días vienen teñidos de diversos augurios, pesadumbre, melancolía, algo de bienestar. Y esas tardes, inalcanzables, guardan un extraño elixir. (De su libro “Tragedias sólo subjetivas”) POÉTICA Mi destino es ser torpe en todos los manejos de este mundo salvo quizás en ese fino espanto que es la poesía elaborándose. No sé si lo hago bien o lo hago mal desde esos presupuestos que estéticos, formales... denominan; pero sí estoy seguro: en la proposición no me confundo y si en el límite no oteo, rasgo eso que estoy haciendo. Las palabras afluyen y se ordenan y rompo, para que entren las palabras, un mar que no les sirve: yo las dispongo en una vía hecha de brisa, de salmodia, de silencio. Ésta es mi credencial absoluta y mi destino de poeta. Las palabras afluyen y se ordenan y se inscriben en esa sima del mar que yo he creado como estructura. Pero el poema realmente se escribe en vertiginosos pronombres, inconscientemente, mareado, v de un tirón. (De su libro “Canta y no llores”) CUATRO amigos partimos en un coche a la cercana población manchega de Herencia. Todavfa era de noche, acelerando en la llanura ciega. Un café y, ya a pie, nos enfilamos por las calles brumosas, ¡adelante!, yendo hasta Puerto Lapice. Adoramos el Orto, que estimula al caminante. Azuzando el bastón nos enfrentamos con una pina cuesta coronada por una amplia hendidura sonriente; de roca, la Rendija es alargada vulva iniciática por la que entramos a un seno de vagina complaciente. Volviendo por el Paso de Poveda, se añora la Rendija en la vereda. (De su libro “Licencias de pasaje”) |
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