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Angel González de la AlejaMis primeros recuerdos de Ángel se remontan a finales de los años setenta cuando ambos trabajábamos en la vecina Herencia aunque en diferentes niveles educativos. Después volvimos a coincidir, ya en Alcázar, y en el Colegio “Juan de Austria”, como compañeros de tareas, programas compensatorios y un sucesivo conjunto de actividades en las que alguna vez colaboré para él, mediante unas notas a su obra teatral “Tole-rancia”, pero sobre todo, fui conociendo su obra, sus diversas publicaciones, sus premios y su particular evolución. Literariamente conservo una de sus primeras publicaciones “Pequeños recuerdos de grandes silencios” que fue premio “Ayuda” de poesía en 1983, así como también el poemario “Septiembre en tu cintura” dedicado a su entonces mujer Mari Cruz de los Ríos, 1º Premio del Certamen Carta Puebla de Miguelturra (Ciudad Real) en 1986. También por entonces publicó el libro “Colocos” dedicado a sus hijos Celia y Armando. Actualmente, tras un periodo sin ver la luz ninguna de sus nuevas composiciones, ha recibido el premio Ateneo Jovellanos de Gijón su obra “Espejismos” de gran riqueza expresiva y ritmo poético. ALGUNOS POEMAS A Federico Agrasot (Amigo de altos vuelos con quien me cortan las alas, me duelen las sienes y me crece el corazón). Miradme aquí, sobre la frente, estas arrugas. Ved cómo cercan mis ojos; cómo los hunden en nieblas, en prisiones vacías sin aire y sin estrellas. Pero dejadme así: sin cirugías... A ver si descubrís, aquí en mis ojos, la bandera que llevo de por vida y os mueve la conciencia a no matarla: ...porque es de cristal y porcelana. O dejadme así: de flor silvestre... Encerradme el cuerpo entre paredes y observar cómo tiemblan los cigarros en las pocas manos que me restan según vuestros planos de cemento. Pero dejadme la lluvia en los cristales... Dejadme la lluvia que aún albergo a cambio de mi llanto si es preciso. Y, a cambio de mi voz, os pido yo el silencio si aún os queda. O dejadme así: de inútil sueño disfrazado. Si no tengo más sangre que ofrecer, espantad vuestros vampiros a otra parte, Y no me arranquéis más plumas de las alas. Dejadme al menos la esperanza... ¡Ya os pido poco! (De su libro “Pequeños recuerdos de grandes silencios”) EL TIEMPO DE LA MUERTE Ahora me pregunto si no estuvimos locos me pregunto si alguien con nosotros se habrá parado a ver en medio de una tarde los labios de los pámpanos la desnudez del río cómo se van quebrando en el silencio trágico estrellas y amapolas pensamientos ondas trenzando el aire como besos... Ahora ya sé que la ternura el odio o el contacto son los primeros pasos que conducen a la escalera rota el tiempo de la muerte. (De su libro “Septiembre en tu cintura”) LA NADA LAS horas que transcurren son un sueño de estampas que imaginan el paso de risas y silencios. El tiempo es la escalera que lleva hacia el olvido. El miedo siempre llega y está en la dilatada pupila del recuerdo que, al fin, también se cierra. Y es un cerco de fuego o esponjas goteando la muerte -oscura suerte- que todos gozaremos. (De su libro “La suerte de Valldum”) el tiempo es una esponja silenciosa absorbe el vendaval de la existencia sin norte sin afán sin pertenencia sin sueños sin pasión ninguna cosa su marcha es implacable es animosa su origen un misterio su destino la muerte inexcusable como la senda oscura del amor tan caprichosa me pierdo en el misterio de su esencia es la fruta más suave más sabrosa hace virtud del culto a la paciencia nos pone en el sendero nos acosa en la escasez se añora su presencia y no tiene valor cuando rebosa (De su poemario “Espejismos”) !-- contenidos hasta aquí --> |
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