Tras asistir en Madrid a la representación de la obra
“La Baraja del rey D. Pedro” original de Agustín García Calvo
y dirigida por Jose Luis Gómez en el teatro La Abadía.
Rey de nada, Agustín, rey de nada,
a pesar de que tu trono
se intente recuperar
con la baraja forzada
como ya hiciera por Almagro
el pintor Isidro Parra.
Ayer se ofreció en Madrid
una estupenda velada
de metáforas repleta
en la escena despejada,
sólo un exágono libre
donde caían las lanzas
símbolos de los valores
que los actores encarnan.
Rey de bastos Agustín, rey de bastos.
Esos mismos que nombrabas por
boca del rey Don Pedro
como símbolos del sexo.
Sexo que ocupa planos y acapara,
siempre intensos,
gran cantidad de momentos
en nuestra vida de aquí.
Sexo tras las miradas,
en el modo de vestir
que marca líneas y formas
intentando seducir.
Sexo en la palabrería
que arrastra banales modos
en peculiar pelitesía…
Sexo casi al contemplar
ese culo respingón
de la joven camarera
que no sabe qué es La Mancha
ni de su vino siquiera.
¡Lástima de su incultura ¡
¿Tal vez ella no la quiera?
Rey de copas, Agustín, rey de copas.
Pues no sólo en tu lenguaje
al vino te referencias
en boca de personajes
que brindan varias escenas
acercándose las copas
y bebiendo hasta saciarse.
Y nosotros por la calle.
tomando el aperitivo
con tapas de bacalao
entre vinos y cervezas,
brindando por la amistad
para poder compartir
lo que suele ser ausencia.
Y más vinos,
y presencia,
y amistad mientras se intenta.
Y ese culo respingón
que alegra con su presencia
y va llenando las copas
de Riojas y cervezas
y hasta nos regala una
por pedírsela a sabiendas.
Rey de oros, Agustín, Rey de oros,
Tintineo de monedas,
dinero siempre dispuesto
a solucionarnos penas
a colmarnos de ambiciones
que más tarde nos doblegan.
Por dinero el rey don Pedro
intenta arreglar su huida,
ofrece propiedades y prebendas
que intranquilizan su espera.
Dinero llama al dinero
y por dinero a Madrid
hemos podido venir,
chateando sin parar,
comer en un mexicano
seguir comprando en un Vips
y acabar en el teatro
con las entradas al fin.
Rey de espadas, Agustín, Rey de espadas.
Las mismas que ya blandieron
Don Pedro con sus mesnadas
o el traidor Duglesclin
que facilitó su muerte
en una trágica hazaña.
Espadas como señales
que la vida nos ofrece
en los numerosos lances
que jalonan el camino
para seguir adelante.
ALCAZAR DE SAN JUAN
MAYO DE 2000
@ Justo López Carreño.