Llevadme amigos y ciclistas
hasta El Robledillo en andas
al balcón donde contemple siempre
Cabañeros y sus rañas
mezclando su rumor con mis cenizas.
Depositadme entre flores y retamas
no lejos de alguna encina
que me proteja con sus potentes ramas
y me permita gozar, como cantó Machado
al maestro Giner en su epitafio,
del reposo de mi corazón
donde juegan mariposas doradas.
@ Justo López Carreño.
Diciembre de 2020