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VinoPuentes de yedra. Arroyos largos como brazos. Sol amarillo entre las ramas despojadas. ¡Qué mundos nuevos pinta el vino! Deja su sanare en los toneles, en nuestro pecho hunde su pico. Con ramas y hojas del otoño en las frentes hace su nido. Si bebemos su roja música, su caliente, su denso río, bajo los pies vibra la selva con tambores de sacrificio. Nace en nosotros una fuerte pasión de seres primitivos y todo es viento, vida: fuego en que ardemos sin consumirnos. ¡Alegría, tu rosa roja nos inunda de ocasos tibios, y cuando ya te desvaneces ¡qué solitarios nos sentimos! ¡Qué despertar a la tristeza sin engañosos espejismos! Y nos reímos de nosotros, pero no nos arrepentimos. José Hierro |
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