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Poemas de AmorI APASIONADAMENTE ¡ Y tanto y tanto te amo, Que mis palabras mueren En un rumor de besos sin descanso! ¡ Y tanto todavía, que mis manos No te hallan al tocarte ! ¡ Tanto y tan sin descanso Que fluyo, y fluyo, y fluyo, Y es solamente llanto! GABRIEL CELAYA II RETORNOS DEL AMOR RECIEN APARECIDO Cuando tú apareciste, Penaba yo en la entraña más profunda De una cueva sin aire y sin salida. Braceaba en lo oscuro, agonizando, Oyendo un estertor que aleteaba Como un latir de un ave imperceptible. Sobre mí derramaste tus cabellos Y ascendía al sol y vi que eran la aurora Cubriendo un alto mar en primavera. Fue como si llegara al más hermoso Puerto del mediodía. Se anegaban En ti los más lúcidos paisajes: Claros, agudos montes coronados De nieve rosa, fuentes escondidas En el rizado umbroso de los bosques. Yo aprendí a descansar sobre sus hombros Y a descender por ríos y laderas, A entrelazarme en las tendidas ramas Y a hacer del sueño mi más dulce muerte. Arcos me abriste y mis floridos años Recién subidos a la luz, yacieron Bajo el amor de tu apretada sombra, Sacando el corazón al viento libre Y ajustándolo al verde son del tuyo. Ya iba a dormir, ya a despertar sabiendo Que no penaba en una cueva oscura, Braceando sin aire y sin salida. Porque habías al fin aparecido. RAFAEL ALBERTI III COMO SI NUNCA HUBIERA SIDO MIA Como si nunca hubiera sido mía, dad al aire mi voz y que en el aire sea de todos y la sepan todos igual que una mañana o una tarde. Ni a la rama tan sólo abril acude ni el agua espera sólo el estiaje. ¿Quién podría decir que es suyo el viento, suya la luz, el canto de las aves en el que esplende la estación, más cuando llega la noche y en los chopos arde tan peligrosamente retenida? ¡Que todo acabe aquí, que todo acabe de una vez para siempre! La flor vive tan bella porque vive poco tiempo y, sin embargo, cómo se da, unánime, dejando de ser flor y conviertiéndose en ímpetu de entrega. Invierno, aunque no esté detrás la primavera, saca fuera de mí lo mío y hazme parte, inútil polen que se pierde en tierra pero ha sido de todos y de nadie. Sobre el abierto páramo, el relente es pinar en el pino, aire en el aire, relente sólo para mi sequía. Sobre la voz que va excavando un cauce qué sacrilegio este del cuerpo, este este de no poder ser hostia para darse. CLAUDIO RODRIGUEZ IV CORONACION ENTRA LA TARDE entera en la quietud. El cuerpo yace en la profundidad oscura de sí mismo. Y anida o nace un águila en la boca secreta de tu sexo. JOSE ANGEL VALENTE V ACERCA DEL AMOR Y DEL DESEO No ese temblor de bestia angélica que notas en el bar cuando la adolescente de interminables piernas se levanta. No exactamente ese inmediato bisturí de hielo que se clava en la zona salvaje de ti cuando en el cine la diosa de la intriga se desnuda. Desde luego que no el pastel romántico que cuece el corazón en su sótano de demencia y lirismo. No los aullidos y polvos de la primera madrugada, su comercio de uñas y saliva -y tres o cuatro gomas por el suelo-. No estrictamente eso -que también- sino el choque carnal de dos mundos vacíos, que desde entonces establecen su anómala armonía, girando sobre sí como planetas errabundos de dicha y de rencor. FELIPE BENITEZ REYES VI CABO SOUNION Al pasar de los años, ¿qué sentiré leyendo estos poemas de amor que ahora te escribo? Me lo pregunto porque está desnuda la historia de mi vida frente a mí, en este amanecer de intimidad, cuando la luz es inmediata y roja y yo soy el que soy y las palabras conservan el calor del cuerpo que las dice. Serán memoria y piel de mi presente o sólo humillación, herida intacta. Pero al correr del tiempo, cuando dolor y dicha se agoten con nosotros, quisiera que estos versos derrotados tuviesen la emoción y la tranquilidad de las ruinas clásicas. Que la palabra siempre, sumergida en la hierba, despunte con el cuerpo medio roto, que el amor, como un friso desgastado, conserve dignidad contra el azul del cielo y que en el mármol frío de una pasión antigua los viajeros románticos afirmen el homenaje de su nombre, al comprender la suerte tan frágil de vivir, los ojos que acertaron a cruzarse en la infinita soledad del tiempo. LUIS GARCIA MONTERO VII NOCTURNO Perdámonos más allá, más allá todavía, en las lomas de las piedras de bronce, en las montañas negras de septiembre en cuyas hondonadas pronto alzarán los chopos sus hogueras. Perdámonos o deja que me pierda en ti, o acaso tras las tapias, también de bronce, de ese mínimo huerto. Detrás veo un nogal y a su sombra hallaríamos tu paz y la mía. Llévame, o tráeme, o piérdeme por esta amarga y dulce tierra nuestra, pero este anochecer del verano moribundo no me saques del laberinto sin salida de tus ojos. ANTONIO COLINAS VIII ARCÁNGEL DE SOMBRA Desplegó una sábana azul que abarcaba los ocho cielos salpicados del oro de los astros y me envolvió, y a sí mismo, en ella. Y como el entero firmamento me abrazó. Y se adentró en mi vida y en aquella noche la deshojó hasta la tersura del alba. Con el tacto del más leve pétalo se dobló su cabeza en mi cuello, sus bucles negros emitían un aroma de abismo. CLARA JANÉS IX CAÍDA Las montañas cristalizan en mil años y el mar gana un centímetro a la tierra cada dos milenios, horada el viento la roca en cuatro siglos y la lluvia, también la lluvia se toma su tiempo para caer. Sé paciente con mi corazón que suspira por una obra duradera. como el viento, como la lluvia, también mi corazón se toma su tiempo para caer. LUISA CASTRO X QUISE Quise mirar el mundo con tus ojos ilusionados, nuevos, verdes en su fondo como la primavera. Entré en tu cuerpo lleno de esperanza para admirar tanto prodigio desde el claro mirador de tus pupilas. Y fuiste tú la que acabaste viendo el fracaso del mundo con las mías. ANGEL GONZALEZ |
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