Alcázar en mi memoria

                IV


Plaza de España en mi infancia,
lisa, rectangular, cementada,
lugar de juegos seguros
por amplia y por despejada.
Todo allí venía a parar
al estar bien situada:
desde la gente al mercado
hasta atracciones de feria
o torneos de baloncesto
que entonces se organizaban.

Uno de sus atractivos,
muy cerca de aquel pasaje
que gobernó Leovigildo,
eran las cuatro tabernas
que acaparaban el sitio
obligando a recorrerlas
en horas de aperitivo.

La primera de Repizca
bajo el nombre del Racimo,
luego le seguía Cirilo,
más adelante La Peña
de quien no sé describirlo
para terminar el ciclo
otra llamada La Flamenca
supongo que por su estilo.

Lo cierto es que mis recuerdos
en ese espacio tranquilo
se mezclan con los aromas
del vermut y de los vinos,
de la fritanga grasienta
de calamares y de pajarillos,
de sabrosos caracoles
con perejil y tomillo,
de mostradores de zinc
donde resbalaba el agua
formando largos hilillos.



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