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Alcázar en mi memoria
II
Calle de los alterones con aromas de una fragua. Plaza de la Inmaculada con fuente pero sin agua, suelo lleno de monedas de gentes desconfiadas que apuestan por pedir siempre sin ofrecer nunca nada a ese Dios de los milagros que todo lo regalaba. Calle de la Independencia con su tahona de pan que hace la señora Petra, adoquinada de siempre con piedras de azul metal, salida obligada entonces para dejar la ciudad, para llevar a los muertos al cementerio a enterrar para llegar a las eras si era tiempo de trillar para ir hacia Ruidera cuando el calor apretaba en los veranos calientes de la Mancha sudorosa de rastrojos, botijo y siesta. |
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