Equipos Infantiles

En la entrada del Estrecho, corral de nuestra casa familiar, vestido del Real Madrid. Año 1962.
En el Estrecho, antes de empezar un partido, junto a mi primo Manolo Iniesta.
Con el uniforme del Olympia C. F. Equipo del Colegio de la Stma. Trinidad. Año 1965.
Equipo del Olympia C.F. Arriba I-D: Soguero, Montón, Alcolado, Brunner,J.M. Lucas y Luismi . Abajo I-D: Félix Ortiz, Justo, F. Córdoba, Santi Ramirez y Maroto.
Equipo infantil de la Stma. Trinidad. Arriba I-D: Camacho, Ganzábal, Moya, Corrales, Lucas y Luismi. Abajo I-D: Angel, M. López, Justo, Garrido y Nicolás.
En la vega del Mamello, equipos familiares. Arriba I-D: Justo, Manolo y Sebas Palomares. Abajo I-D: Pedro y Luismi.
En La Platera, años setenta, de izquierda a derecha: Pedro, Justo, Pepe, Luismi y S. Palomares.
Otra foto de La Platera, en la que aparecemos de izq. a derecha: S. Palomares, Manolo Iniesta, Luismi, Justo y Pedro.
EL ESTRECHO

      El verdadero campo donde nos soltamos futbolísticamente en nuestra más tierna infancia fue en el “estrecho”, esto es, en el callejón de salida del corral de la casa familiar en la que convivíamos abuelos, tíos y padres. El “Estrecho”, llamado así por sus dimensiones alargadas pero de no más de cuatro metros de ancho, fue el recinto en el que aprendimos a golpear el balón, a regatear en un palmo de terreno y a lanzar faltas en la imaginaria portería que constituían las nervaduras metálicas de la portada de entrada. Allí organizábamos numerosos partidos con más imaginación que medios, entrenábamos con numerosos ejercicios de autoaprendizaje y dábamos rienda suelta a nuestros sueños y ambiciones sin la presión de la auténtica competitividad. De ahí que luego, frente a rivales de verdad, la cosa no resultaba tan sencilla.

      Sin dejar de practicar en el “estrecho” en ningún momento, alternando con organizar allí nuestros particulares partidos, el comienzo de la edad infantil marcó la incorporación a las competiciones locales y escolares, que, a decir verdad, estaban bastante desorganizadas. En el plano colegial todo se centraba en los partidos que durante los recreos jugábamos en el patio de los trinitarios. Unas veces en la zona de tierra, que había sido huerto unos años antes, y otras en la pista de baloncesto principal, donde el C.B. Balmes jugaba sus partidos. Los hierros de la base de las canastas hacían de porterías y, sobre todo, era un marco para desarrollar la habilidad, puesto que las dimensiones no permitían un acercamiento al fútbol de verdad. Además, no existía el fútbol-sala, por lo que no pudimos participar en ese tipo de competición que nos hubiera proporcionado un escenario de triunfos seguro. De modo que cuando Sebastián Palomares, entonces maestro contratado por los trinitarios y gran aficionado, convenció al Padre Reyes para hacer un equipo de fútbol y participar en la liga local, las dimensiones del campo se nos hacían interminables y nos costaba un portento lograr sacar los balones de nuestra propia área.

      Los equipos infantiles que por entonces participaban eran los auspiciados por la O.J.E. o el Frente de Juventudes, tanto monta. Recuerdo sobre todo al equipo que llevaba Nemesio, el Inter, formado por chicos del barrio de las Casas Nuevas y que vestían unas descoloridas camisetas rojas al igual que el Alcázar C.F. Después estaba el San Juan Bosco, igualmente de la O.J.E., equipo potente formado por los mejores infantiles de la época y entrenado por Ángel Paniagua. Vestía de amarillo y pantalón azul y nos resultada casi inalcanzable ganarles. Entre los más asequibles estaban equipos como el Toledillo, infantil del Toledo, formado por los de la calle de dicho nombre o de barrios cercanos, el Altozano, el Intoma, constituido por los hijos de José Bosch y entrenados por Paquito, un hombre de fútbol de toda la vida. Luego también estaban el Clavileño, el Acción Católica y algo más tarde el C.I.C.A.C., es decir el Círculo Infantil de la Caja de Ahorros de Cuenca, que puso dinero y trató de atraer a los chicos con el deporte al tiempo que les abría una libreta de ahorro.

      Nosotros jugábamos en el Olimpia C.F., pues así lo llamó Sebastián, nuestro entrenador, que al principio nos hacía jugar con nuestras propias camisetas interiores blancas y más adelante consiguió que el Padre Reyes comprase un juego nuevo y completo de camisetas azulgranas y con el escudo del Colegio cosido sobre el pecho de las mismas. El equipo se reforzó y no sólo jugábamos los alumnos sino también otros compañeros de otros centros y barrios.

      Otra de las temporadas, Toni Fuentes hizo un equipo al que llamó Recreativo, en el que jugaba su hermano Miguel Ángel de portero, quien a pesar de su minusvalía en una pierna, era valiente, arriesgado y hasta difícil de batir en ocasiones. Creo que jugué una sola temporada y no tengo recuerdos gráficos. El mayor protagonismo de la O.J.E. y sus equipos, que además participaban en competiciones provinciales, hizo que la liga local se desvirtuase hasta el punto de que siempre eran sus ellos los vencedores.

      Familiarmente seguíamos jugando en el “estrecho”, aunque cada vez las dimensiones se nos hacían más reducidas y, por consiguiente, cuando podíamos, buscábamos otras zonas más amplias y alejadas. Así, tuvimos una época en la que nos íbamos a la vega del mamello, cercana a las huertas familiares y allí organizábamos nuestros partidos imaginando que la grama silvestre era césped mullido como el de los mejores campos de España.

      En otras ocasiones nos trasladábamos a La Platera, la finca de nuestro tío Frutos, que montó un pequeño campo en una de sus parcelas, con porterías y dimensiones reducidas pero suficientes como para hacer las delicias de unos apasionados del balón como éramos casi todos los primos y amigos que nos juntábamos.

     

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