Artículos año 2017 SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO



El pasado viernes 7 de julio asistimos dentro del 40º Festival de Teatro Clásico de Almagro a la representación de la obra “Sueño de una noche de verano” de W. Shakespeare en versión original del alemán Frank Günther dirigida por Jan Neumann. Era la primera vez que seguíamos una obra teatral mediante subtítulos proyectados en la parte alta del cortinaje que rodea al escenario. Todo además dentro del marco de la Antigua Universidad Renacentista de Almagro que resulta ser un espacio escénico también desconocido para nosotros como espectadores y que supuso una extraña inmersión ante una obra compleja y cargada de simbolismos además del desconocimiento directo del idioma de los actores.



Como se dice en el folleto introductorio que nos repartieron “El argumento de Sueño de una noche de verano se puede contar de una manera rápida: Hermia y Lisandro, una pareja de enamorados en el palacio del rey Teseo, no pueden casarse. Demetrio ama a Hermia y está comprometido con ella. A su vez es amado por Helena. Hermia y Lisandro huyen al bosque, dominio perteneciente a los reyes de las hadas Oberón y Titania, un matrimonio que acaba de tener una disputa. Al mismo tiempo, algunos miembros de los artesanos están ensayando una obra de teatro para las fiestas nupciales de de Teseo e Hipólita. Puck (Robin en español), duende que sirve a Oberón, recurre a una planta mágica para hacer que encajen las diferentes parejas y jugarle una mala pasada a Titania, pero todo le sale al revés.”



Ciertamente el espectáculo no es sencillo de asimilar si uno se enfrenta a estos textos complejos y más mediante el procedimiento de la traducción. Sin embargo, la calidad de la versión, la sorprendente capacidad interpretativa de los actores, especialmente Píramo, al que interpreta un maravilloso Krunoslav Sebrek, mezcla de actor, acróbata y gimnasta con un amplio registro de posibilidades, hace que ya merezca la pena asistir a su representación. La limpia desnudez de las actuaciones donde se mezclan lo simbólico con lo real, con un vestuario acorde con las fantasías argumentales, hacen que la larga duración de la obra se acorte en el tiempo real amenizado por un amplio descanso tras las dos primeras horas seguidas de actuación.



Bien es verdad que las butacas no son todo lo cómodas que requieren esos tiempos tan prolongados, que muchos espectadores son incapaces de contener sus emociones y ríen y gesticulan injustificadamente en muchos lances como si de un tic se tratase y que faltan otros alicientes para que el público goce de otros placeres añadidos pero, pese a todo ello, me pareció un espectáculo sorprendente, cautivador, diferente en todas sus facetas y que perdurará con sus ecos en mi memoria largo tiempo. Para remate, nada más terminar la obra y dirigirnos hacia la plaza principal de Almagro para tomar algo de cena y completar así la velada, nos llevamos la sorpresa de que todo el elenco de actores y el propio director se sentaron en una amplia mesa que formaron a nuestra espalda y compartimos a escasa distancia también en la vida real la presencia de quienes hacía un rato nos habían deleitado con su arte.

Almagro y su Festival merecen, sin duda, una visita anual.



Justo López Carreño

Julio de 2017

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