Artículos año 2012 Tourmalet



Este verano he subido en bicicleta el Col du Tourmalet, una de las cimas pirenaicas que el Tour de Francia ha llevado como símbolo del gran ciclismo, por su longitud y por la dureza de algunas de sus rampas.

Pero, por todo ello, el Tourmalet se ha convertido ya en una imagen de cualquier subida ciclista, bien sea por comparación, por extensión o como simple referencia por su fama. Sin embargo, lo que quiero reflejar en este comentario es la idea del Tourmalet como ejemplo de todo aquello que cuesta conseguir en esta vida. Cualquier logro, cualquier ascenso que de verdad sea meritorio, suele conllevar un lento y meticuloso paso en el que hay que medir las propias fuerzas, calibrar la dificultad del trazado y estar preparado ante las posibles novedades que puedan esconderse tras cada nueva curva o tramo de la subida. Como la vida misma que, por muy previsible y controlada que creamos tenerla, siempre nos exige nuevos retos y nos depara sorpresas cada nueva jornada.

Así pues, el Tourmalet es ya una metáfora que convive en nuestro vocabulario pese a que su origen se remonta a 1910 cuando uno de los primeros ciclistas escaladores, Octave Lapize, coronó por vez primera la cima el 21 de julio de dicho año en la etapa Luchon – Bayona, de la que fue ganador en un tiempo de 14 horas y 10 minutos que empleó en cubrir los 326 kilómetros de recorrido. Y desde entonces su nombre se ha ido mitificando hasta el punto de quedar inmortalizado en una escultura de acero que se erige en uno de los laterales de la calzada, en plena cumbre y que goza de la peculiaridad de ser trasladada dos veces al año para protegerla de los rigores invernales de la zona y resguardarla en el Centro Laurent Fignon de Gerde, cerca de Bagneres-de-Bigorrre, hasta que a comienzos de la siguiente primavera, como si de una peregrinación religiosa se tratara, es subida de nuevo hasta su pedestal en una “romería” ciclista en la que participan más de mil aficionados y alguna que otra figura de este deporte, generalmente ya retirada de la alta competición.

Para mí ha sido emocionante recorrer estos lugares, ascender hasta la cima y fotografiarme junto al “Gigante de los Pirineos” en compañía de mi grupo de amigos que me han brindado la oportunidad de acumular esta inolvidable experiencia.



Agosto de 2012
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