Artículos año 2009 CHAMBERÍ

La primera de las visitas realizadas en Madrid durante el puente festivo que une política (Día de la Constitución) y religiosidad (Día de la Inmaculada) la llevamos a cabo, junto a los primos Jesús y María como amables anfitriones madrileños, a la recuperada estación de Metro de Chamberí, que en la actualidad está cerrada al uso de transporte pero sirve como centro de interpretación de lo que fue y sigue siendo este medio de desplazamiento urbano.

Ciertamente es un vuelo nostálgico a un pasado no tan lejano, pues no podemos olvidar que la estación fue cerrada en 1966, debido al crecimiento de la longitud de los trenes y a la imposibilidad de su ampliación dada su cercanía a las estaciones colindantes de Iglesia y Bilbao. El 17 de octubre de 1919 Alfonso XIII inauguró la primera línea del metro, que cubría una distancia de tres kilómetros y medio, entre la populosa barriada obrera de Cuatro Caminos y la Puerta del Sol, con seis estaciones intermedias: Ríos Rosas, Martínez Campos (Glorieta de Iglesia), CHAMBERÍ, Glorieta de Bilbao, Hospicio (Tribunal) y Red de San Luis (Gran Vía).

Hoy, Metro de Madrid cuenta con más de 280 km de vías, 14 líneas y 292 estaciones y ofrece servicio a más de 700 millones de usuarios anuales. Su red en explotación es la segunda más extensa de Europa Occidental y la tercera del mundo. Es, además, uno de los metros que más rápidamente se expande, con notables ampliaciones durante la última década y no menos ambiciosos proyectos en curso. De hecho, el contraste fue notable cuando después de un recorrido hasta el centro llegamos a la Puerta del Sol y nos dirigimos a la nueva entrada del Metro, ya conocida popularmente como “tragabolas”, por su semejanza con esas pequeñas bóvedas con agujero de las máquinas tragaperras en las que caían sin retorno hasta la próxima partida. Este nuevo conglomerado es todo un despliegue de automatismos, digitalización y carteles luminosos que, junto al cristal y al acero inoxidable, le conceden un aspecto futurista dentro de la vorágine de usuarios que lo recorren con la sensación de apresuramiento y velocidad que caracteriza al modelo social que nos invade.

Volviendo nuevamente a Chamberí, lo más llamativo que se observa es el casi perfecto estado de los azulejos, blancos en paredes y techos, y azul cobalto en los marcos de los muros destinados a la publicidad. Destacan los anuncios, perfectamente conservados, de marcas como Gal, Cafés La Estrella, lámparas Philips o el de Almacenes Rodríguez, que invita a los viajeros a apearse en la cercana estación de Sol para ofrecer así sus productos. La causa de su buen estado de conservación en todos ellos se ha debido a las sucesivas capas de carteles de papel o similares que fueron superponiéndose a los azulejos y que crearon así un colchón protector.

Otra de las curiosidades del recinto es la perfecta conservación del suelo de las escaleras cuya capa antideslizante está hecha de cemento, arena y polvo de cristal de botellas de cerveza que le otorgan la aspereza a la vez que el peculiar brillo de sus diminutas partículas.


Su diseño responde a los criterios de funcionalidad, sencillez y economía trazados por Antonio Palacios, el arquitecto que logró convencer paulatinamente al público para utilizar el transporte subterráneo utilizando para ello paños de azulejos y otras piezas cerámicas de color blanco. Por cierto que Antonio Palacios parece ser el autor de los planos y diseño de una casa alcazareña situada en la calle Hermanos Galera frente a la Casa del Pueblo y del actual Centro de Barrio y que en estos momentos se encuentra en situación de traspaso. Esperemos que finalmente corra la misma suerte que el metro de Chamberí y podamos verla restaurada y luciendo su estilo peculiar durante muchos años más en la geografía urbana de nuestra población.


@ Justo López Carreño. Diciembre 2009.

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