Artículos año 2007 MOVILES Y OBSOLESCENCIA

Me han gustado mucho estas reflexiones tomadas de uno de los cuadernos de la Fundación Fespinal, escrito por tres autores de la Universitat Ramon LLull y que voy a resumir en mi web dejando sólo los párrafos más interesantes.

Probablemente te hayas sentido bombardeado por la publicidad de teléfonos móviles cada vez más nuevos, más pequeños y con más funciones que seguramente nunca utilizarás. ¿Has podido resistir?

¿Debemos cambiarlo?

La creación de necesidades como estrategia

En marzo del 2006, las líneas de móviles (y, por lo tanto, el número de teléfonos móviles en circulación) se situaban, en España, en 44,3 millones, superando el propio número de habitantes (44,1 millones). Este fenómeno se repite en otros países de nuestro entorno. Para el año 2006, las estimaciones de ventas de móviles en España se sitúan alrededor de los 19,1 millones de unidades. De éstas, la mayoría substituirán a otros teléfonos perfectamente funcionales. Se estima que el 80% de las compras de móviles son renovaciones.

Mientras la vida útil de un móvil (batería excluida) se estima en unos diez años, el tiempo medio de utilización se estima entre los 18 y los 30 meses.

Este proceso, por el cual el producto deja de ser deseable con el paso del tiempo aunque su funcionalidad no haya cambiado y sus capacidades sigan intactas, recibe el nombre de obsolescencia.

Se habla de obsolescencia técnica para indicar que las prestaciones del dispositivo ya han sido superadas; de obsolescencia funcional, para referirse a la aparición de nuevas funcionalidades no soportadas por el dispositivo obsoleto; y de obsolescencia psicológica, cuando el producto deja de ser deseable debido a cambios en la moda y en los estilos sociales propiciados y estimulados por el marketing y la publicidad.

A pesar de que una parte de esta obsolescencia y renovación excesivas es atribuible a los usuarios finales, cabe destacar algunas prácticas comerciales que favorecen este consumo desmesurado.

Una primera vía es la presión publicitaria, combinada con los cambios estéticos, el desarrollo de modas y la introducción gradual y continua de nuevas funcionalidades a un ritmo que responde más a intereses de marketing que a limitaciones técnicas.

Una segunda práctica que propicia el cambio de teléfonos es su bajo coste económico para el consumidor. El hecho de que los aparatos estén altamente subvencionados -ya sea a través de regalos o rebajas en programas de fidelización, de reembolso del coste en llamadas u ofertas en la formalización de los nuevos contratos- hace que el ciudadano tenga dificultades para percibir los costes materiales, sociales y ambientales de su consumo.

Una tercera dificultad con que se enfrenta el consumidor responsable es el anclaje de los aparatos en las distintas compañías de telefonía, de forma que el cambio de compañía de servicio suele implicar cambiar el equipo electrónico.

Por último, dificultan también la reutilización de los equipos electrónicos el relativo elevado coste de compra de componentes como transformadores o baterías, la baja compatibilidad de los componentes entre los distintos teléfonos (¿por qué deben ser distintos todos los cargadores?) y la imposibilidad de actualizar los programarios para adaptar los equipos a nuevas funcionalidades.

El mejor camino para el mantenimiento de nuestro mundo es reducir nuestro consumo y apoyar prácticas de consumo y utilización responsable de los recursos disponibles. Esperemos que las ideas aquí recogidas en forma breve, no sólo nos hagan pensar dos veces nuestro cambio de móvil, sino también todo cuanto esté relacionado con nuestro consumo (independientemente del coste económico inmediato para nuestros bolsillos).

Alcázar a 29 de septiembre de 2007
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