Artículos año 2006 “La vida del estudiante es la mejor vida"

“La vida del estudiante es la mejor vida", seguramente habéis escuchado montones de veces esa frase. ¡La verdad es que yo ya no llevo la cuenta!

De la manera que lo dicen pareciera que no hacemos ni el huevo, que vivimos de "vivir", es decir, andamos por la vida sin preocupaciones, sin responsabilidades o sin nada que hacer; pues bien, yo junto con muchos de vosotros sólo veo dos causas por las que los llamados "adultos responsables" nos acribillan con ese tipo de frase:

1. O fueron estudiantes y ya se les han olvidado las cosas malas de serlo.

2. O fueron jóvenes matriculados en un centro escolar que no hacían otra cosa sino pasar del instituto.

Por lo que se ve, creen que levantarse todos los días a las siete y media de la mañana nos divierte y que estamos deseando llegar a ese sitio donde pasaremos seis o siete horas más o menos amargados: el instituto. No contentos con ello, esperan que lleguemos a casa y sonriamos ante el magnífico banquete preparado: normalmente uno de esos guisos que adoran los padres y que me hace pensar por qué no encerraron a su inventor. Además los padres no paran de hacer preguntas sobre qué tal te ha ido y esas cosas, a lo que tú seguramente respondes con la cabeza o con frases cortantes. En ese momento misteriosamente ellos se enfadan y empiezan con lo de siempre: que si cambia esa cara, que si no valoras nada, que deberías trabajar, que como sigas así te estás jugando el sábado... En ese momento ocurre el gran misterio: la capacidad de los padres para que algo de lo que la única víctima eres tú se traslade a ellos y tú quedes como "un adolescente difícil de entender".

Los adultos creen que los jóvenes no aprendemos nada bueno cuando salimos, pero eso no es cierto. Sólo podemos aprender ciertas cosas cuando salimos con los colegas: aprendemos matemáticas cuando hacemos cuentas sobre lo que nos podemos gastar, aprendemos psicología cuando al hablar con personas no podemos entender cómo pueden ir así por la vida, historia cuando recordamos viejos momentos con los amigos, lengua cada vez que añadimos algún "cultismo" a nuestras conversaciones, física cuando buscamos nuevas fórmulas para ligar, política cuando discutimos sobre movidas a ver quién lleva la razón...

La sociedad es a veces injusta con la juventud. Pero no cambiéis, seguid igual y cuando seáis adultos, no olvidéis el pasado para poder entender así mejor a la juventud del futuro.

Ángela Arias Mínguez
Alcázar de San Juan, 5 de marzo de 2006

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