De madera de avellano
era el bastón,
de madera de avellano
negro y claro.
El pasiego lo tallaba
con el filo de metal,
y la paciencia de un santo.
El perro bajo sus pies,
las maderas a su lado,
el tiempo corriendo lento,
nosotros contemplándolo.
De parca palabra es
el singular artesano,
contesta sólo lo justo
sin ademanes extraños.
La venta quedó fijada
en el precio reclamado,
sin dudas ni regateos
le pagamos lo pactado.
Allí se quedó el buen hombre
con sus tallas entre manos,
madera necesitando
para los nuevos trabajos.
Nosotros con esta compra
a cumplir con su jornal
de algún modo le ayudamos,
otros tendrán que venir
a completar lo ganado
en esta mañana algo gris
con el cielo encapotado
mientras recorríamos prestos
este especial valle cántabro.
Bárcena Mayor. Valle de Cabuérniga. Agosto 2020.
