Artículos año 2022

ETNOGRAFÍA


Uno de los atractivos del turismo que se aleja de la masificación y rutinas del ambiente playero es el que permite hacer compatibles descanso, cultura y ejercicio moderado. Esto es lo que nos ha permitido nuestro viaje veraniego de este 2022 que ha tenido por epicentro la localidad palentina de Cervera de Pisuerga y que hemos extendido en un radio de salida por sus inmediaciones hasta lugares tan recomendables como Riaño, Potes o el ahora descubierto Valle de Sajambre.

En la propia población de Cervera de Pisuerga descubrimos, entre otros muchos encantos, la existencia del Museo Etnográfico de Piedad Isla, una mecenas de reciente paso por esta vida, que supo aprovechar su sensibilidad y sus recursos para dar vida a una Casa Palacio Rural construida por Gutiérrez de Mier en donde le fue dando cabida a más de 2.000 objetos de la vida que durante siglos discurrió por los pueblos de la zona. Es decir, dio lugar a un Museo Etnográfico cuya principal virtud es describir e interpretar de manera sistemática la cultura de los diversos grupos humanos o comunidades, que en este caso se centran en la referida comarca.



En la referida Casa, cuyos últimos habitantes la han ocupado hasta el final de sus días, se encuentran inventariados y distribuidos esos ingentes objetos agrupados por oficios y aprovechando las dimensiones de los mismos para acoplarse en las diferentes estancias. Siguiendo un recorrido señalizado por discretas flechas en el suelo de barro cocido para facilitar el itinerario de la visita, nos fuimos encontrando, por citar algo de lo más significativo con objetos de panadería casera entre los que destacaría el coqueto y familiar horno semiesférico para la cocción y un rodillo fijo para aplastar la masa antes de pasarla al horno además de diferentes cedazos y cribas para distintos tipos de cereal que tienen su complemento en otro de los rincones en los que se encuentran diversas muestras de legumbre en sus respectivos saquitos de arpillera así como un trilla diminuta para proceder a su molienda inicial. Completa este grupo los enseres de cocina con multitud de vajillas y cristalería de época.



Siguiendo el recorrido llegamos al lugar de la fragua con un fuelle gigante para su ubicación y donde no podían falta el yunque y el martillo entre otras piezas. También la zona dedicada a la carpintería ofrece múltiples utensilios de los más utilizados y destacados como diferentes tamaños de garlopas. Un pequeño apartado se dedica a varios recipientes para hacer queso así como un medidor del grado de grasa de la leche. Otra de las estanterías cercanas ofrece un muestrario de tarros para envasar licores y varias maquinas manuales de embutir las carnes. También juegos de pesas y una báscula romana de grandes dimensiones que admite un costal de grano en una de sus plataformas.



Más adelante se encuentra una sala amplia en la que destacan diversos juguetes y enseres destinados a la infancia tales como andadores, triciclos y patinetes, peonzas, tabas y ranas de hojalata, coches de bebé, cunas y hasta un WC de madera sin salida a la red de alcantarillado, jaulas para pájaros caseros y zuecos de madera para caminar por la nieve además de un curioso taco de repuesto para cuando se rompían algunos de sus apoyos. Algunos aperos para las caballerías, barriles para licor y un amplio conjunto de cestería de lo más variado en tamaño, forma y material trenzado. Al fondo de esta misma sala se encuentra un tílburi, carruaje de paseo arrastrado por un solo caballo que se conserva como nuevo. Completa esta sala un rincón con instrumentos para coser o arreglar el calzado como leznas de distinto grosor, pieles tratadas y yunques de zapatero.



Especialmente destacado por su cercanía al medio geográfico donde nos encontramos en plena montaña palentina es el rincón del picapedrero, una figura calzada con unas polainas de cuero que le protegían de los posibles cortes producidos por los fragmentos de piedra al partirse con el martillo de largo mango. No lejos de este último rincón se halla otro con braseros y calentadores de cama de diversos metales, formas y tamaños.



Siguiendo el recorrido llegamos a un espacio dedicado a instrumentos musicales de cierta rusticidad como zambombas, panderos diversos, carracas, flautas y como más insólitos una matraca y un armonio labrado en madera y muy bien conservado.



Una urdimbre o telar se encuentra en el centro de esta misma sala para salvar sus dimensiones, y en otro de los rincones cercanos un maniquí vestido con traje de novia de negro y ataviado de velo y rosario, teniendo a su lado colgada una capa femenina y a sus pies diversos tipos de zapatos para cada ocasión.



En la planta alta del edificio se encuentra un dormitorio de época que, según nos informaron, fue utilizado por el matrimonio hasta el fin de sus días. La cama es lo más sobresaliente por tener un cabecero de madera torneada y un baúl a los pies que es una auténtica pieza maestra de madera labrada.



En otros rincones de esta misma planta encontramos un conjunto de material escolar con libros de texto, mapas de pared y algunos globos terráqueos así como diversas fotografías de la escuela real, un pupitre de dos plazas y un tórculo para encuadernar. También hay varias escribanías de metal y vidrio y libros antiguos que reposan sobre atriles de pie. En otro de los armarios cercanos a los objetos escolares se encuentran acumuladas diversas cámaras fotográficas de distinta época pero lógicamente modernas, así como un pequeño laboratorio de revelado y una colección de diapositivas como signo de máxima modernidad de la muestra.



Completa el centro de la planta un armario con tapa de cristal lleno de “pequeñas cosas” como se dice en el rótulo de su presentación y en el que pudimos encontrar desde rosarios y escapularios o “detentes”, un misalito con tapas de nácar y varias peinetas y rizadores de pelo así como lendreras y benditeros para el agua bendita, alfileteros y huevos de madera para zurzir.

Como colofón de todo ello y colgados de las paredes hay varios cuadros llenos de fotografías de los habitantes del pueblo que participaban en diferentes momentos de la vida local. Destacan las de los festejos y personajes populares, como una del cartero en su bicicleta, las casas y las calles, en la que se alude a que algo perdió la villa por una equivocada idea de progreso.



VALLE DE SAJAMBRE


En lo más recóndito de las montañas palentina y leonesa, bajo la mirada imponente de los Picos de Europa en su parte más occidental, se encuentra el Valle de Sajambre, un territorio hasta ahora escasamente conocido, casi virgen en su explotación turística masificada pero conocido sobradamente en los alrededores. Hasta él llegamos con intención de hacer un recorrido de ida y vuelta por su dos núcleos poblados, Oseja y Soto de Sajambre, dado que la continuidad de la carretera nos obligaba a seguir hasta Cangas de Onís, ya en Asturias, y rodear toda la montaña por su parte norte.



Además de todo el valor paisajístico y natural que envuelve estos parajes, la sorpresa vino dada por encontrarnos en el pueblecito de Soto de Sajambre un Museo Escuela ubicado en un caserón de estilo decimonónico con espectacular fachada y planta, que destaca entre la arquitectura de piedra oscura propia de los pueblos de montaña, pero aún más al conocer su interior que alberga una magnífica representación de recursos didácticos de las primeras décadas del siglo XX. Si para cualquier visitante supone un atractivo para quienes nos hemos dedicado profesionalmente a la enseñanza es un motivo de orgullo, curiosidad y aprecio que existan estos lugares y estas acertadas iniciativas.



El Museo Escuela es la consecuencia de la buena conservación y deseo de mostrar la obra escolar impulsada por el mecenas Félix de Martino natural de Soto de Sajambre y su decidida apuesta por el valle que le vio nacer , a pesar de que tuvo que emigrar para mejorar sus condiciones de vida. Convencido de que educación y formación son las claves del progreso, tras hacer fortuna en Méjico, proyectó y mandó construir una nueva escuela que contara con los medios más avanzados de la época hasta verla funcionando en 1907 cuando se inició el curso con 46 niños y 42 niñas.



En la planta baja se disponen el aula de las primeras letras , donde los más pequeños recibían la formación básica y talleres destinados a la formación práctica en distintas disciplinas y oficios. En la primera planta se ubica el aula de educación superior y el auténtico protagonista de la escuela: el gabinete de ciencias, donde se conservan todo tipo de aparatos, instrumentos y colecciones destinados para que el alumnado conociese los avances técnicos de principios del siglo XX. Se conserva también la biblioteca del maestro Leonardo Barriada, integrada por más de 700 volúmenes y que ahora forma parte del Museo.

En el patio exterior cubierto se conservan los aseos originales de la escuela. También se encuentran en él una exposición con elementos relacionados con la cultura popular de Sajambre y algunos de sus oficios tradicionales como los de madreñero, carpintero, carretero, ganadero, etc. Se conserva un jardín anejo con algunas especies plantadas en el día del árbol para que los jóvenes aprendieran el cultivo y respeto por la flora de la zona y salvaguardar el medioambiente.



Justo López Carreño

Agosto de 2022

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