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Artículos año 2016
En las preguntas que ya sabes el tiempo no has de perder Y las preguntas sin respuesta ¿Quién las podrá responder? A. MACHADO Planificamos este viaje casi a última hora y sin mucho convencimiento, pero intentando tratar de aprovechar un “puente” que se prestaba a la salida por su extensión y por una climatología atípica para las fechas en que nos encontramos. Gracias a las reservas que se pueden establecer vía internet puse el incentivo necesario para activar el deseo y lograr el compromiso. Además, tiré del repertorio de lugares que el cicloturismo ha ido poniendo en nuestra dilatada experiencia por diversos lugares, para hacer más atractivo el retorno a un punto que habíamos recorrido hace ahora quince años, Soria, y algunos de sus pueblos emblemáticos. El objetivo era claro por mi parte, retornar a Burgo de Osma, una población que nos dejó un grato recuerdo y que no pudimos ver en su totalidad por las especiales circunstancias que se dieron entonces. Para ello, la ruta más adecuada era tomar la N-I hacia Burgos y desviarnos en Cerezo de Arriba en dirección a Ayllón y San Esteban de Gormaz, que serían los dos eslabones previos de la cadena de visitas posibles en la salida. ![]() ![]() Ayllón es una villa medieval que te sorprende nada más dejar el coche en las inmediaciones del río Aguisejo y atravesar el arco de entrada a la población, que te recibe con la majestuosa fachada del palacio de los Contreras, recuadrada con un cordón franciscano y tres escudos de armas inclinados. Ya en la Plaza Mayor se saborea el espectáculo de este tipo de poblaciones castellanas: la fuente central de cuatro caños, los pórticos que la circundan y el palacio donde se ubica el Ayuntamiento además de la impresionante espadaña de la iglesia de Santa María la Mayor. Todo ello en un entorno cuidado, sencillo y respetuoso con un pasado noble que deja sus huellas para la posteridad. La mañana invitaba a la contemplación y el paseo sin prisa, pero era necesario avanzar en nuestros propósitos. A escasa distancia siguiendo la N-122, que se encuentra en muy buen estado, nos presentamos en San Esteban de Gormaz. Esta población, más célebre por sus reminiscencias campeadoras del Cid que por su propio patrimonio monumental, nos dejó una imagen poco convincente en cuanto a su conservación y estado actual. Su principal iglesia, San Miguel de 1081 ostenta el título de ser el primer ejemplo de románico porticado en España, pero en la actualidad está en obras y solo puede contemplarse desde el exterior. No así la de Nuestra Señora del Rivero del siglo XII que ofrece un aspecto externo inmejorable con una magnífica galería porticada orientada al sur y un ábside, al que se accede desde la sacristía, que conserva intactos dos de sus cuatro paños además de algunas pinturas góticas de excelente conservación. ![]() ![]() No tardamos tampoco en llegar al siguiente destino, que iba a ser el centro del programado viaje y lugar para la única pernoctación. A la entrada del Burgo de Osma o ciudad de Osma, como también se la denomina, atravesamos el río Ucero, frente al que se erige el hotel del mismo nombre, que habíamos conocido en nuestra salida ciclista en 2001. El hotel, moderno, amplio y cómodo, con buena ubicación y un aparcamiento propio fue la referencia más identitaria de cuantas recordé. Me parecía mentira pero, una vez a pie y recorriendo la calle Mayor desde su inicio hasta el final en la alameda del río, me creía estar en un lugar desconocido como si nunca lo hubiera pisado anteriormente. ![]() ![]() ![]() ![]() Y para rematar la jornada, además de una cena informal en una de las tascas típicas de la localidad en la calle Mayor, paseamos por la calle de la Universidad donde se encuentran el Colegio Público, el edificio de los Juzgados y el polideportivo municipal junto a la Plaza de Toros. Todos ellos en un entorno urbano limpio, cuidado, como en pocos sitios de nuestro país encontramos. Señal inequívoca de hacer las cosas bien por parte de sus autoridades y de sentirlas como propias por su ciudadanía. ¡Un lujo! La segunda jornada tenía por cometido recorrer Soria capital y desde primeras horas, durante el breve viaje hasta llegar a la población, además de la bajada de temperatura, pudimos observar una muestra del pintoresco paisaje soriano que dibujan los olmos y pinares del camino tintados ya de los ocres y rojos tonos de la época otoñal casi recién estrenada. Un ciudad recoleta, hecha a la medida del hombre, como dice uno de sus reclamos turísticos, de pulso tranquilo y sosegado por donde fluye un río aún joven, pero amansado en su tránsito por la población cuyo espíritu se reparte entre los versos de un triunvirato de poetas y los muros de los antiguos monasterios y actuales conventos. ![]() ![]() Sin salir de ese apacible rincón, a escasos metros de los paseos que recorren la orilla del río, se accede a San Juan de Duero, un antiguo monasterio hospitalario que conserva un precioso y valioso claustro sin techumbre formado por arcos de medio punto, ojivales, entrelazados, secantes, califales, que componen una sinfonía de arte medieval, como reza en un folleto turístico. En su pequeña iglesia contigua, en la que se encuentran dos templetes cuyos capiteles representan escenas fantásticas y bíblicas, nos encontramos con Javier y Dori, dos amigos y compañeros alcazareños que casualmente también estaban de visita turística por la ciudad. ![]() ![]() Sentí tu mano en la mía tu mano de compañera tu voz de niña en mi oído como una campana nueva, como una campana virgen de un alba de primavera… También con Leonor, esculpida en la puerta de la iglesia, me pude hacer otra foto para mis virtuales ensoñaciones. Y de allí nos acercamos al templo en el que Machado ejerció como catedrático de Francés para alumnado de Bachillerato, el Instituto que lleva su nombre desde 1967 y que se ubica en un caserón de los jesuitas que ha sido remozado y que en la actualidad sigue en activo mientras lo contemplan varios recuerdos en bronce alusivos a la figura del inmenso poeta, que como dicen de él, era un hombre “bueno, noble y recto, y por si esto no bastara ejemplo de sencillez y humildad”, por lo que encaja perfectamente su talante metodológico expresado en estos sencillos versos: ![]() Despacito y buena letra que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. ![]() Aprovechamos también para comprar algunos productos típicos sorianos, como la famosa mantequilla y las paciencias, también llamadas “tetillas de monjas”. Ambos productos con reminiscencias de mi infancia, pues mi padre los vendía en su establecimiento de ultramarinos como productos para gourmets. Y tras visitar exteriormente la iglesia de San Juan de Rabanera, en la que destaca su famoso ábside, y la inmensa fachada del edificio de la Diputación precedida por las estatuas de sorianos ilustres que presiden la vista de la plaza, nos dirigimos a un rincón de la misma en donde se halla el restaurante de ese mismo nombre, El Rincón, donde pudimos degustar un menú adecuado a la ocasión y regado con otro buen vino de la Ribera del Duero. ![]() ![]() Como epílogo de este relato, me gustaría despedirme con otros versos de Machado que, oportunamente, me ha facilitado mi amigo Jesús Martín desde su atalaya rural de Villamuelas, donde combina la reflexión, el descanso y el contacto con la vida sencilla de un pueblo manchego. En la desesperanza y en la melancolía de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva. Tierra del alma, toda, hacia la tierra mía, por los floridos valles, mi corazón te lleva. ![]() ![]() Justo López Carreño Noviembre 2016 |
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