Artículos año 2009 UNA LECCIÓN INOLVIDABLE

Sin dejar de movernos en los pupitres, como consecuencia del estado de nervios que nos invadía, al fin apareció la figura rechoncha y apacible de Don Antonio Gutiérrez cruzando hasta la mesa del profesor y subiendo a la leve tarima desde donde comenzó su disertación ante un silencio abrumador, mezcla de respeto, temor y misterio, que la nueva asignatura de Física y Química despertaba entre los futuros bachilleres que habíamos alcanzado el 4º curso y tendríamos que superar la primera reválida para conseguir el título Elemental.

Sin dejar de mascullar su afamada pipa de fumador de oloroso tabaco y sin mediar ningún que otro comentario ni saludo, tomó un trozo de esponja de las que hacían de borrador de pizarra y la aplastó con fuerza sobre la mesa para decir:

- Si yo someto a este cuerpo a la presión y suelto, vuelve a recobrar su forma y no varía su composición. Es un fenómeno físico.

Y a continuación dijo:

- Si yo la quemo – y sacando su encendedor, la prendió por uno de sus picos – se producen una serie de reacciones que transforman la materia original dando lugar a estados diferentes. Son fenómenos químicos.

Con esta ejemplificadota forma de introducirnos en el tema comenzábamos nuestra relación académica con la materia de Física y Química que luego se prolongaría en los siguientes cursos del Bachillerato Superior con mayor profundidad.

Don Antonio siguió siendo el profesor mítico de la Academia Balmes, más tarde Colegio Stma. Trinidad, y nuestras relaciones con él transformándose desde el reconocimiento a su bondad, ayuda y sabiduría. Ciertamente seguía inspirándonos esa mezcla de autoridad docente que no admite confianzas pero que se humanizaba por momentos en los trances más necesarios. Especialmente nos gustaba cuando conseguíamos hacerlo de jugar un rato al fútbol animándolo a los gritos de ¡Viva el Oviedo! sabiendo de su inclinación por los colores del equipo de su tierra y de su afición al popular deporte.

Han pasado casi cuarenta años de aquella lección y su recuerdo sigue ahí, inmarchitable.

@ Justo López Carreño. Noviembre 2009.
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